El proceso de deportación y expulsión liderado por el gobierno de Donald Trump contra migrantes venezolanos detenidos como parte del Tren de Aragua tiene múltiples fisuras y ellas coinciden con decenas de testimonios de madres y esposas que reconocieron a sus seres queridos por alguna de las tantas fotos que documentaron el ingreso de los 238 delincuentes, supuestamente de la organización internacional trasnacional, enviados al Centro de Confinamiento para Terroristas con la cabeza absolutamente rapada.
Abelardo Achkar, presidente de la Organización para la Liberación de Venezuela, le viene haciendo un exhaustivo seguimiento.
Y nombra como referencias los casos de Francisco Javier García, un barbero de 24 años nacido en Maracay, estado Aragua, sin antecedentes penales, y que fue reconocido por su madre en Venezuela dentro del lote de reclusos deportados cuando veía la televisión. También el de Arturo Suárez Trejo, cantante y productor musical caraqueño con seis años en Santiago de Chile, quien fue detenido en North Caroline por el tatuaje de un colibrí.
“Efectivamente no son delincuentes ni son del Tren de Aragua como otros a quienes sus familiares tratan de defender su integridad ante la prensa”, expresa Achkar, quien se refiere con recelo a la aplicación de la Ley de Enemigos Extranjeros, que data de 1798 y otorga facultades al presidente de Estados Unidos para detener y deportar a extranjeros en caso de guerra declarada o de una “invasión” o “incursión depredadora”, tal y como explica la revista independiente estadounidense ‘Just Security’.

La normativa que había sido aplicada en tres ocasiones, todas relacionadas con conflictos bélicos: en la Guerra de 1812, en la Primera Guerra Mundial y en la Segunda Guerra Mundial. Según los antecedentes, la ley no había sido invocada desde la segunda contienda mundial (1939-1945), cuando el entonces presidente Franklin D. Roosevelt aplicó el recurso para el encarcelamiento masivo de estadounidenses de origen japonés. Se estima que unas 120.000 personas de ascendencia de ese país oriental fueron encarceladas durante la guerra.
Para el experto en el área migratoria la ley no cuenta con un estamento jurídico sólido para continuar. “Creo que habrá una dura batalla en las cortes”, precisa sobre un recurso que no distingue entre extranjeros que se encuentran regularizados en Estados Unidos y foráneos con estatus legal establecido, ni tampoco entre extranjeros “leales y desleales”.
No todos son delincuentes
Achkar pone sobre la mesa interesantes argumentos al analizar lo sucedido.
“Lo primero es que esta es una ley que se invoca en tiempos de guerra y el gobierno notificó que iba a ser aplicada a los integrantes del Tren de Aragua el sábado, cuando declaró a los miembros de la organización criminal como enemigos extranjeros que están perpetrando, intentando y amenazando con una invasión o incursión depredadora contra el territorio de los Estados Unidos”, recuerda.
Lo que no entiende es porque la Casa Blanca, a través de su portavoz, Karoline Leavitt, detalla el lunes en su reporte ante los medios de comunicación, que de los 238 venezolanos enviados a El Salvador solo 137 fueron expulsados en invocación de la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798.

“¿Por qué el resto fue deportado bajo procedimientos de inmigración regular? Hay una enorme contradicción. Si esa ley iba a ser invocada contra enemigos extranjeros como los integrantes del Tren de Aragua, ¿por qué 101 fueron expulsados con base en el Título 8?”, se preguntó. ¿Esto quiere decir que estos venezolanos sólo presentaron situaciones irregulares en sus diferentes procesos migratorios en los EEUU?”.
El sábado, un día antes de la polémica deportación, un juez federal había bloqueado la invocación de la ley, pero los vuelos con los expulsados ya habían abandonado territorio estadounidense, según la Casa Blanca, aunque el juez federal ordenó que los aviones dieran la vuelta si era necesario inmediatamente.
Sobre lo ocurrido, el presidente de la Organización para la Liberación de Venezuela, expresó enfático que el 98 por ciento de la población venezolana en Estados Unidos realiza importantes aportes al país en materia de impuestos y como parte una masa laboral activa y positiva. “Lo he dicho siempre, si queremos acabar con la migración irregular hay que acabar con régimen de Nicolás Maduro y millones de venezolanos regresaran al país cuando retorne la libertad. “Ahora, en torno de lo que viven millones de migrantes con el gobierno de Donald Trump creo que en los Estados Unidos el Estado de Derecho se terminara imponiendo”, concluyó.
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