Jorge Germán Bonelli, un hombre de campo de 38 años oriundo de Chajarí, una localidad en el departamento Federación de la provincia argentina de Entre Ríos, se encuentra en medio de un complejo entramado judicial que lo vincula con una red criminal internacional de contrabando de hidrocarburos y lavado de activos. Detenido en Argentina en marzo de 2024 por pedido de Interpol, Bonelli actualmente se enfrenta a un proceso de extradición a Venezuela, donde es acusado de ser testaferro de Alessandro Bazzoni, un empresario italiano para quien trabajó en el pasado.
Bonelli, hijo del fallecido “Coco” Bonelli, un reconocido jugador de rugby del Paraná Rowing Club, se ha dedicado toda su vida al campo y a su especialidad: los caballos. Su trabajo como petisero (cuidador y preparador de caballos) lo llevó a Europa hace casi una década, cuando, por intermedio de un tercero, consiguió un empleo con un empresario italiano que posee un equipo de polo en Inglaterra. Bonelli trabajó con dedicación en la élite de este deporte, codeándose con la alta sociedad y la realeza europea, sin imaginar que años después su vida daría un giro inesperado.
El 21 de marzo de 2024, la vida de Bonelli cambió drásticamente. Efectivos de la Policía Federal Argentina irrumpieron en su hogar en Chajarí, donde vivía tranquilamente como un vecino más, y lo detuvieron. La noticia de su arresto rápidamente se difundió, y tanto el Ministerio de Seguridad de la Nación, liderado por Patricia Bullrich, como el vocero presidencial, Manuel Adorni, utilizaron el caso para presentarse como los justicieros que habían capturado a un “delincuente” internacional. Se mencionaba que Bonelli había estado prófugo durante un año y medio, lo cual contrasta con la realidad de su vida cotidiana y pública en Chajarí.
Las autoridades argentinas, basándose en información de Interpol y redes sociales, lo señalaron como una pieza clave en una red de corrupción que involucraría a altos funcionarios del gobierno venezolano, como el exvicepresidente Tarek El Aissami. Se le acusaba de ser propietario y ejecutivo de empresas dedicadas al trading y la adquisición de buques tanqueros para robar cargas de petróleo y luego venderlas como si fueran de producción legítima. Sin embargo, la realidad de Bonelli dista mucho de la imagen de un criminal internacional de guante blanco. Su vida cotidiana y su patrimonio no parecen tener relación con un delincuente que supuestamente ha vendido miles de millones de dólares en hidrocarburos.
La detención de Bonelli se produjo en el marco de una investigación compleja llevada a cabo por el Ministerio Público de Venezuela, conocida como el caso “PDVSA Cripto”. Esta investigación se centra en una presunta estafa multimillonaria relacionada con el contrabando de exportación de petróleo venezolano, por parte de una organización criminal liderada, según se ha indicado, por dos empresarios italianos.
El caso “PDVSA Cripto”: Una trama de contrabando y empresarios Italianos
El caso “PDVSA Cripto”, como se le ha denominado a la investigación del Ministerio Público de Venezuela, ha sacado a la luz una intrincada red de contrabando de petróleo que involucra a empresarios italianos y a la estatal petrolera venezolana, PDVSA. La investigación, que comenzó aproximadamente en 2021, apunta a una estafa de miles de millones de dólares, perpetrada a través de una compleja estructura de empresas fantasma y operaciones ilícitas.
En el centro de esta trama se encuentran dos empresarios italianos: Erik Roveta, de 47 años, y Alessandro Bazzoni. Roveta es señalado como el líder de esta red criminal internacional, mientras que Bazzoni, junto a su esposa Siri Evjemo-Nysveen, se dedicaba presuntamente a la venta ilegal del petróleo venezolano en todo el mundo, liderando las operaciones relacionadas con PDVSA.
Alessandro Bazzoni es un personaje conocido en los círculos de la alta sociedad europea. Como propietario del equipo de polo Monterosso, ha sido un competidor destacado en la prestigiosa Copa de la Reina de Inglaterra. Este evento, que congrega a la realeza, a magnates y a personalidades influyentes de Europa, le permitió a Bazzoni codearse con la élite y tejer una red de contactos que, según las investigaciones, habrían sido instrumentales para sus actividades ilícitas.
La conexión entre Bazzoni y Jorge Germán Bonelli se originó en 2015, cuando el empresario italiano, a través de un intermediario de Chajarí, contrató al entrerriano para que trabajara como petisero en su equipo de polo. Bonelli, entusiasmado por la oportunidad de trabajar en Europa y en la cúspide de este deporte, se trasladó al viejo continente y se desempeñó con dedicación en el cuidado y entrenamiento de los caballos de Bazzoni.
En el año 2023, el Ministerio Público de Venezuela emitió una orden de captura internacional para una docena de personas implicadas en la trama de corrupción que investigaban, y en ella figuraba Alessandro Bazzoni como el presunto líder de la red criminal. También se mencionó públicamente el nombre de Germán Bonelli, como también es conocido, aunque el chajariense alega que, en ese momento, no tenía conocimiento alguno de la alerta roja emitida en su contra.
La defensa de Bonelli: Nulidades y errores en el pedido de extradición
Mariana Barbitta, la abogada defensora de Germán Bonelli, ha presentado una serie de planteos ante la Justicia Federal argentina con el objetivo de evitar la extradición de su cliente a Venezuela. Desde el inicio del proceso, Barbitta ha sostenido la inocencia de Bonelli y ha cuestionado la validez del pedido de extradición, señalando errores y omisiones en el expediente.
Tras la detención de Bonelli, la abogada solicitó de inmediato su libertad y excarcelación. Aunque la excarcelación fue rechazada, la jueza federal de Concordia, Analía Ramponi, concedió el arresto domiciliario para Bonelli, teniendo en cuenta el interés superior de su hijo menor de edad, quien fue testigo de la detención de su padre.
Uno de los principales argumentos de la defensa se centra en la solicitud de nulidad del pedido de extradición. Barbitta sostiene que se ve afectada la Ley de Extradición, ya que el expediente presenta errores de tipeo que, a su criterio, son esenciales y generan confusión. Por ejemplo, en una sección del documento se menciona al Estado español, lo que introduce dudas sobre la relación entre Argentina, Venezuela y España en el caso.
Además, la abogada ha cuestionado la “doble persecución” que implica el proceso de extradición. Para que un ciudadano argentino sea extraditado, la Justicia Federal de Argentina debe revisar con precisión las normas en juego y la descripción del delito imputado. Barbitta argumenta que el pedido de extradición no cumple con estos requisitos y que existe confusión respecto a la nacionalidad de Bonelli y la relación entre los países involucrados.
La defensa también ha criticado el “fusilamiento mediático” al que fue sometido Bonelli tras su detención. La ministra Patricia Bullrich publicó en redes sociales dando a entender que se trataba de un ciudadano venezolano, cuando en realidad es un argentino con familia, muy conocido en la ciudad de Chajarí, en Entre Ríos.
La relación laboral con Bazzoni: Un vínculo lejano al contrabando
Germán Bonelli ha reconocido abiertamente su relación laboral con Alessandro Bazzoni, algo que, según su abogada, no puede ni pretende negar. De hecho, Bonelli ha declarado ante la jueza que conoció a Bazzoni y trabajó para él como petisero, cuidando y entrenando sus caballos de polo. Este trabajo no solo le permitió viajar por el mundo, sino también codearse con la élite del polo, llegando incluso a interactuar con miembros de la realeza británica en eventos organizados por el empresario italiano.
La defensa de Bonelli subraya que esta relación laboral era completamente lícita y que el entrerriano no tenía conocimiento alguno de las actividades ilícitas que se le imputan a Bazzoni. Bonelli, según su abogada, tenía una imagen idealizada de Bazzoni, ya que fue quien le abrió las puertas a un mundo que jamás hubiera imaginado, permitiéndole viajar y trabajar en un ámbito exclusivo.
Mariana Barbitta ha sido enfática en afirmar que en la causa no existe ningún contrato ni documento firmado por Bonelli que lo vincule con empresas o actividades relacionadas con el contrabando de petróleo. Su rol se limitaba exclusivamente al cuidado de los caballos, una tarea que desempeñó con profesionalismo y dedicación, sin tener la más mínima sospecha de que su empleador pudiera estar involucrado en actividades criminales. La conexión de Bonelli con el mundo empresarial o con el manejo de criptomonedas, como se ha mencionado, es inexistente, según afirma su defensa. No hay pruebas ni indicios que sugieran su participación en la red de contrabando.
El propio Bonelli ha declarado no tener ningún conocimiento sobre la industria petrolera, ni sobre negocios internacionales. Su formación y experiencia se centran en el trabajo de campo y el cuidado de los animales. Su vida ha estado dedicada a su pasión por los caballos, y su perfil dista mucho del de un delincuente internacional involucrado en una estafa multimillonaria.
La vida de Bonelli: Un hombre de campo ajeno a las acusaciones
Germán Bonelli se describe a sí mismo como un hombre de campo, dedicado a su labor con los caballos y alejado de cualquier ámbito empresarial o financiero. Su formación académica es limitada, y su vida ha transcurrido mayormente en Chajarí, su ciudad natal, donde es conocido y respetado por su trabajo y su pasión por los animales.
La abogada defensora, Mariana Barbitta, ha relatado que en su primer encuentro con Bonelli, cuando este se encontraba detenido en la Unidad Penal de Paraná, lo encontró con la vestimenta típica de un hombre de campo, con una bombacha, y visiblemente afectado por la situación, sin comprender la magnitud de las acusaciones en su contra. La imagen de Bonelli en ese momento, angustiado y confundido, contrastaba fuertemente con la del delincuente internacional que las autoridades intentaban proyectar.
Las acusaciones contra Bonelli incluyen delitos graves como tráfico y comercio ilícito de recursos o materiales estratégicos, legitimación de capitales, asociación para delinquir y contrabando agravado. Sin embargo, la defensa sostiene que estas acusaciones no se condicen con la realidad de Bonelli, ni con su estilo de vida, ni con su falta de conocimiento en temas empresariales o financieros.
El trámite de extradición no tiene como objetivo determinar la culpabilidad o inocencia de Bonelli, pero la abogada Barbitta insiste en que no se puede evaluar la procedencia de la extradición sin tener en claro las bases de la acusación. En este sentido, ha señalado que el artículo 34 de la Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento del Terrorismo de Venezuela, que se utiliza como fundamento para acusar a Bonelli, ni siquiera menciona el petróleo como un material estratégico.
La defensa argumenta que no se puede aplicar una legislación extranjera para perjudicar al imputado, y que, en el caso de Bonelli, se están extendiendo normativas de manera indebida. La falta de pruebas concretas que vinculen a Bonelli con el contrabando de petróleo y la ausencia de una descripción clara y precisa de su supuesta participación en la red criminal, son puntos clave en la estrategia de la defensa para evitar su extradición.
Argumentos de la defensa y la ley de extradición
La abogada defensora Mariana Barbitta ha hecho hincapié en que el proceso de extradición no tiene por objeto juzgar la culpabilidad o inocencia de Germán Bonelli, sino evaluar si se cumplen los requisitos legales para que sea enviado a Venezuela a enfrentar un juicio. No obstante, ha recalcado que es imposible analizar la procedencia de la extradición sin tener claridad sobre los fundamentos de la acusación y las leyes aplicables.
Además, la defensa ha hecho algunas presentaciones ante la justicia argentina, a raíz de la inestable situación actual que atraviesa Venezuela. Han expresado su preocupación por informes internacionales que denuncian la posibilidad de torturas a personas detenidas en ese país. Con base en estos antecedentes, la abogada Barbitta ha solicitado al Juzgado Federal de Concordia que se evalúe con cautela el pedido de extradición, teniendo en cuenta el riesgo potencial que correría Bonelli en caso de ser enviado a Venezuela.
En definitiva, la estrategia legal de la defensa se centra en demostrar que el pedido de extradición no solo carece de fundamentos sólidos, sino que además presenta irregularidades y omisiones que impiden un análisis justo y conforme a derecho.
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