El Balón de Oro tiene nuevo dueño. Rodri Hernández ha puesto el broche de oro a una temporada impecable tras ganar el premio a mejor jugador del mundo. Su actuación con el Manchester City para llevarse la Premier League y con la selección española, desmarcándose como el mejor de la Eurocopa, le han servido para llevarse el galardón más importante a nivel individual. Sin embargo, la trayectoria de Rodri va más allá de esta campaña y este premio. Es un jugador que cualquier entrenador querría tener, no solo por su destreza en el campo, sino también por su carácter fuera de él.
Por Ana Pérez Navarro / Infobae
Rodri ha emergido como un futbolista ejemplar en un mundo del fútbol donde la extravagancia se ha convertido en algo habitual. A diferencia de muchos de sus compañeros que se han dejado seducir por la fama, Rodri mantiene un perfil bajo: juega con la camiseta metida por dentro del pantalón, no lleva tatuajes ni peinados llamativos, y lo más sorprendente, en una era dominada por las redes sociales, es que él ha decidido mantenerse al margen de ellas. Rodri vive alejado del bullicio mediático, lo cual muchos ven como una señal de su sencillez.
Nació el 22 de junio de 1996 en Madrid y ya desde pequeño mostró unas grandes habilidades con el balón. Su carrera deportiva comenzó de la mano del Atlético de Madrid, en las categorías inferiores del club, donde su talento quedó pronto constatado por sus entrenadores. Sin embargo, su constitución, entonces más bien menuda, jugó en su contra y tuvo que dar un giro a su carrera y sumarse al Villarreal en el año 2013. Su actuación con el submarino amarillo fue apoteósica y el club rojiblanco decidió llamar a su puerta para recuperar a su estrella emergente y en 2018 cerró el contrato con el club de sus inicios. Sin embargo, su trayectoria vistiendo la camiseta rojiblanca fue breve, aunque intensa y significativa. Debutó en la Supercopa de Europa, ante el Real Madrid, donde ayudó a su equipo a ganar el título, pero tan solo un año después volvió a dejar la capital española para poner rumbo a Manchester.
A pesar de su éxito en el campo, Rodri ha demostrado que su vida no gira únicamente en torno al fútbol. Terminó sus estudios de Administración y Dirección de Empresas mientras desarrollaba su carrera futbolística. Durante su tiempo en el Manchester City, viajaba frecuentemente a Castellón para asistir a exámenes. Esta dedicación a su educación ha influido en su personalidad humilde y sencilla. En varias ocasiones, el pivote citizen ha señalado que el entorno estudiantil le ayudó a despejarse y a recordar que existen más facetas en la vida más allá del fútbol.
Este equilibrio en su vida se refleja también en el terreno de juego. El centrocampista es todo un ejemplo de temple sobre el terreno de juego. No tiene una palabra por encima de otra y mucho menos una patada fuera de tono. Tanto en el Manchester City como en la selección española, Rodri se ha desmarcado como un pilar fundamental dentro del vestuario y sobre el verde.
El fichaje de Rodri por el Manchester City, a cambio de 70 millones de euros, fue una petición especial de Pep Guardiola, quien identificó en él al jugador perfecto para su estilo de juego. Bajo la dirección de Guardiola, Rodri ha perfeccionado todos los aspectos de su juego, especialmente en términos de asociación en el campo, como señala el analista Fran Alcoy. Además, ha mejorado su habilidad para los goles de larga distancia, anotando siete veces en la pasada temporada.
La figura de Rodri Hernández no solamente se destaca por sus habilidades en el campo de juego, sino también por su capacidad para mantenerse fiel a sus principios en un entorno a menudo dominado por la fama y la superficialidad. Su sencillez es una rareza que añade una profundidad admirable a su talento futbolístico, consolidándolo como un jugador completo no solo dentro del campo, sino también fuera de él.
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