Desde aplazar inversiones a considerar mudarse al extranjero, las empresas en Estados Unidos se preparan para más turbulencias económicas a medida que la campaña rumbo a la Casa Blanca entra en su recta final, con la aplicación de nuevos aranceles y promesas de aumentarlos.
El candidato republicano Donald Trump ha propuesto al menos 10% de aranceles a las importaciones y hasta 60% a los productos chinos, aumentando los gravámenes que ya impuso a Pekín y otros países durante su mandato.
De su lado, su rival demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, trabaja para una administración que mantuvo en gran medida los aranceles de Trump y que el mes pasado aplicó un nuevo paquete de tarifas a unos 18.000 millones de dólares en productos chinos.
Para Robert Actis, cuya empresa de manufactura ha quedado atrapada en la escalada arancelaria, el futuro se ha visto «nublado» en los últimos cinco años.
Con Trump en el poder, Actis se enfrentó a los aranceles al acero y el aluminio, a la vez que luchó por encontrar proveedores alternativos de materias primas que no son producidas en el país.
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