A pocos días de que dé comienzo la cumbre del G7 en la idílica región de Puglia, un manto de inquietud se extiende por sus pintorescos pueblos y costas bañadas por el sol. El motivo: la creciente actividad de tres grupos criminales de corte mafioso que operan en la zona, un hecho que ha puesto en alerta a las autoridades italianas y ha añadido un nuevo desafío a la compleja tarea de garantizar la seguridad de los líderes mundiales.
Según un informe del Ministerio del Interior italiano publicado en enero de 2024, estos grupos, vinculados al sindicato criminal Sacra Corona, con base en Foggia, han desatado una oleada de violencia e intimidación en la región. A diferencia de organizaciones mafiosas más conocidas como la Cosa Nostra, la Camorra o la ‘Ndrangheta, con tentáculos que se extienden por todo el mundo, estos grupos operan principalmente en Italia y los Balcanes, según la DIGOS, la unidad antiterrorista y antimafia de Italia.
Sin embargo, su radio de acción limitado no los hace menos peligrosos. En los últimos meses, la policía ha detectado un aumento preocupante de los enfrentamientos violentos entre clanes rivales, incluyendo asesinatos por vendetta, mutilaciones y robos a mano armada. La situación se ha vuelto tan tensa que incluso se han registrado amenazas de bomba, una de las cuales se materializó en un artefacto explosivo encontrado en una estación de tren cerca de Bari.
Estos actos de violencia, lejos de ser aislados, parecen formar parte de una estrategia para afianzar su control territorial y enviar un mensaje de fuerza en vísperas de la cumbre del G7. La preocupación se ha intensificado al descubrirse que algunos de estos grupos podrían estar intentando infiltrarse en los proyectos de construcción relacionados con el evento, incluyendo obras viales, la construcción de helipuertos e incluso el centro de prensa.
Puglia se viste de gala para recibir a los líderes del G7 entre la belleza y la tensión
Mientras la sombra de la mafia se cierne sobre Puglia, la región se prepara para acoger a los líderes de las economías más poderosas del mundo en la próxima cumbre del G7, que tendrá lugar del 13 al 15 de junio. El evento, que contará con la presencia de figuras como el presidente de Estados Unidos, el canciller alemán, el primer ministro británico, el presidente francés, el primer ministro canadiense, el primer ministro japonés y, por supuesto, la anfitriona, la primera ministra italiana Giorgia Meloni, se desarrollará en el exclusivo resort de Borgo Egnazia, un remanso de paz y lujo en la costa adriática.
Borgo Egnazia, conocido por sus villas privadas con piscina, su restaurante con estrella Michelin y su atmósfera de privacidad absoluta, ha sido el refugio predilecto de celebridades como David y Victoria Beckham, Madonna e Ivanka Trump. Su director, Aldo Melpignano, confía en que la elección de este enclave único como sede del G7 supondrá un espaldarazo para la región y el resultado de una exitosa colaboración entre el sector público y el privado.
Sin embargo, la tranquilidad que se respira entre olivos centenarios y casas tradicionales “trullo” se ve contrastada por el despliegue de seguridad sin precedentes que blindará la cumbre. Una “zona roja” de 10 kilómetros a la redonda del resort y una “zona amarilla” de 30 kilómetros serán estrictamente patrulladas por más de 5.000 soldados especialmente entrenados. A esto se sumará la presencia de cruceros en alta mar y un portaaviones estadounidense que anclará frente a la costa de Puglia.
Las medidas de seguridad también incluyen la suspensión temporal del tratado de Schengen, lo que permitirá a las autoridades italianas controlar el acceso a su territorio y realizar exhaustivos controles de pasaportes. El objetivo: prevenir la llegada de posibles amenazas, desde células terroristas hasta grupos de manifestantes, que podrían intentar boicotear el evento.
A la espera de la llegada de los líderes mundiales, se respira en el ambiente una mezcla de expectación y tensión. La región se enfrenta al reto de demostrar al mundo su capacidad para albergar un evento de esta envergadura, al tiempo que lucha por mantener a raya a las fuerzas oscuras que amenazan con empañar su imagen.
Un desafío de seguridad sin precedentes en la idílica Puglia
La antesala del G7 ha puesto a prueba la capacidad de las fuerzas de seguridad italianas, que se enfrentan al desafío de garantizar la protección de los líderes mundiales sin convertir la región en un búnker inexpugnable. A la amenaza latente de los grupos mafiosos se suma la posible llegada de manifestantes, que ya han anunciado su intención de boicotear el evento.
El fantasma de la violencia planea sobre la cumbre, recordando episodios como el ocurrido en Génova en 2001, durante la celebración del G8, donde un manifestante murió en enfrentamientos con la policía. Para evitar incidentes similares, se ha establecido un perímetro de seguridad alrededor de Borgo Egnazia, donde se restringirá el acceso y se controlarán las protestas.
Las autoridades se encuentran en una encrucijada: por un lado, deben garantizar la seguridad de las delegaciones y de las miles de personas que se congregarán en la región; por otro, no pueden permitir que la amenaza del crimen organizado o las protestas empañen la imagen de Puglia ante el mundo. Vittorio Pisani, jefe de policía de la región, lo resume en una frase: “No podemos darnos el lujo de transmitir la imagen de una región en la que la mafia, el terrorismo y el crimen común se han apoderado del poder”.
La policía trabaja a contrarreloj para neutralizar cualquier riesgo. Se han intensificado las operaciones de vigilancia e inteligencia, con especial atención a los grupos mafiosos que operan en la zona. Recientemente, una redada antidroga se saldó con la detención de 60 personas, entre ellas algunos líderes del clan, una victoria simbólica que busca enviar un mensaje disuasorio.
A pesar de la tensión, las autoridades se muestran optimistas y confían en que la cumbre se desarrollará sin incidentes. Se espera que el despliegue policial, junto con la colaboración ciudadana, permita a Puglia brillar con luz propia, sin que la sombra de la mafia o el ruido de las protestas opaquen un evento de trascendencia internacional.
Uno de los datos resaltantes es la participación del Papa Francisco en la cumbre del G7. El Sumo Pontífice tiene previsto asistir a una reunión especial sobre inteligencia artificial, lo que subraya la importancia de este tema en la agenda internacional. Además, se espera la participación de otros líderes mundiales, como el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y el rey de Arabia Saudita, Salman bin Abdulaziz Al-Saud, quienes se unirán a los líderes del G7: Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia, Canadá y Japón.
Otro detalle es el impacto que la cumbre tendrá en la vida cotidiana de los habitantes de Puglia. Se estima que unas 10.000 personas, entre delegaciones, periodistas y observadores, se desplazarán a la región durante esos días. Si bien esto supone una inyección económica para la zona, también conlleva ciertos inconvenientes, como las restricciones de tráfico y el refuerzo de las medidas de seguridad, que afectarán a la movilidad de los ciudadanos. Las autoridades locales han pedido comprensión y colaboración a la población, consciente de que el éxito de la cumbre depende, en gran medida, de la imagen de normalidad y tranquilidad que pueda transmitirse al mundo.