El Tren de Aragua, la “súper pandilla” que surgió en las cárceles venezolanas, se ha convertido en un espectro mediático en el hemisferio occidental. La expansión de la diáspora venezolana, que ya cuenta con casi 8 millones de personas desplazadas desde 2015, ha sido acompañada de un aumento de la xenofobia en la región, impulsada en parte por el temor a este grupo criminal. Políticos y medios sensacionalistas han aprovechado el nombre del Tren de Aragua para justificar políticas represivas y antiinmigrantes, a menudo sin verificar la veracidad de los relatos que circulan. Con información de Piratewireservices.
A medida que se acercan las elecciones en Estados Unidos, los rumores sobre la presencia del Tren en ciudades norteamericanas se han viralizado en redes sociales, aunque las autoridades locales han desmentido estos informes. La narrativa que presenta al Tren como una “organización terrorista transcontinental” con tentáculos en múltiples países, si bien atractiva para algunos políticos, se aleja de la realidad: aunque el grupo ha intentado expandirse en zonas vulnerables de América Latina, su poder y coordinación no alcanzan las proporciones que algunos “expertos” sugieren.
La falsa amenaza del «Tren de Aragua»: desmontando el miedo y defendiendo a la diáspora venezolana
La situación en la frontera colombo-venezolana ilustra esta realidad. En 2019, el Tren de Aragua intentó establecerse en Cúcuta, aprovechando el vacío de poder dejado por grupos como los Rastrojos, eliminados por el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Sin embargo, las bandas colombianas rápidamente actuaron para frenar los intentos de expansión del Tren. En la comunidad de La Parada, un miembro del grupo que intentó extorsionar a comerciantes fue desaparecido, junto a sus colaboradores, en represalia por desafiar el control de los grupos locales.
En otra ocasión, tras un ataque del Tren a guías de migrantes en las trochas, el ELN respondió dejando un mensaje contundente: cabezas de miembros del Tren en bolsas plásticas a la vista de todos. Estos episodios reflejan la dificultad de este grupo para afianzarse en la región, y evidencian que la imagen de “súper pandilla” es en gran medida un producto de la narrativa sensacionalista.
La exageración en torno al Tren de Aragua distorsiona los hechos y alimenta un clima de xenofobia, especialmente contra la comunidad venezolana que ha sufrido el impacto de la crisis migratoria. Es fundamental cuestionar esta narrativa antes de perpetuar mitos que solo sirven para estigmatizar y dividir, en lugar de contribuir a un entendimiento real de las dinámicas en nuestras fronteras.