Este domingo el gobierno de Donald Trump deportó a más de 200 venezolanos hacia El Salvador bajo el amparo de una centenaria ley, conocida como del Enemigo Extranjero.
Y volvió a mencionar el nombre de una organización que ha dado muchas vueltas en los últimos meses: el Tren de Aragua.
De acuerdo a lo señalado por la propia Casa Blanca, la mayoría de los venezolanos deportados y que fueron enviados a la megacárcel del Cecot en El Salvador eran miembros de esta organización criminal, nacida en las prisiones venezolanas y que ahora tiene un alcance internacional.
Sin embargo, a pesar de distintos requerimientos, Washington nunca entregó pruebas contundentes que confirmaran la relación de los deportados venezolanos con la organización criminal.
La controvertida ley detrás las deportaciones puede ser invocada si el país está en guerra con otro, o si un gobierno extranjero ha invadido o ha amenazado con una invasión del territorio estadounidense.
Esta última premisa fue la que utilizó Trump para justificar su decisión, al señalar que la organización del Tren de Aragua estaría «perpetrando, intentando y amenazando con una invasión o incursión depredadora contra el territorio de los Estados Unidos».
En enero de este año, el gobierno de EE.UU. había declarado al Tren de Aragua como una «organización terrorista».
Pero, ¿cuál es la verdadera presencia del Tren de Aragua en EE.UU.?
Video y presencia
Cinco jóvenes con gorras y capuchas, pero a cara descubierta, suben las escaleras de un bloque de apartamentos y se reúnen frente al número 301.
Uno carga un rifle de asalto, otro habla por el celular en español. Un tercero toca con insistencia la puerta y todos irrumpen a la fuerza en la vivienda.
El video, grabado en agosto del año pasado por una vecina del complejo residencial de ladrillo rojo llamado Edge at Lowry, situado en el corazón de Aurora, Colorado, y habitado principalmente por inmigrantes venezolanos, pronto se volvió viral.
Ese mismo mes, la policía local informó de la detención del también venezolano Yoendry Vílchez Medina-José, acusado de protagonizar escenas similares y de un brutal ataque contra el gerente de otro edificio de apartamentos en la zona.
Lo identificó, al igual que a otra docena de individuos, como «miembro documentado» del Tren de Aragua (TdA), un nombre cada vez más ubicuo en los círculos de seguridad de Estados Unidos pero hasta entonces prácticamente desconocido para la población general.
El pasado 20 de enero, el recién posesionado presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró a la banda como «organización terrorista».
Fue precisamente Trump el altavoz que hizo que la banda se volviera conocida en todo Estados Unidos.
El entonces candidato no tardó en centrar la atención nacional en este populoso suburbio del área metropolitana de Denver -donde en los últimos dos años se han instalado en torno a 30.000 venezolanos-, al describirlo falsamente como una «zona de guerra».
Trump, en plena campaña para las elecciones del pasado mes de noviembre que terminó ganando, visitó Aurora y utilizó los incidentes para alimentar su retórica de asociar la migración con el aumento de la criminalidad.
Y yendo más allá, bautizó como «Operación Aurora» la deportación masiva de indocumentados que prometió poner en marcha nada más llegar a la presidencia.
El lunes 16 de diciembre por la noche el nombre de la ciudad volvió a vincularse con el del Tren de Aragua, cuando un grupo de 14 personas armadas irrumpió en el mismo complejo de apartamentos Edge at Lowry y, según la policía local, torturó a dos venezolanos que estaban dentro.
Mientras saqueaban el piso, los trasladaron a otra vivienda, donde siguieron las vejaciones y las amenazas para que no acudieran a la policía. No los liberaron hasta la mañana de este martes.
«Les dieron una paliza. Una de las víctimas fue apuñalada. Tenía una herida de arma blanca», describió lo ocurrido el jefe de policía de Aurora, Todd Chamberlain, que explicó que los individuos están detenidos y siendo identificados. «Es una actividad 100% de pandillas», aseguró.
La preocupación entre las autoridades estadounidenses por la presencia en su territorio del Tren de Aragua, una banda surgida en una cárcel de Venezuela hace algo más de una década y con tentáculos en varios países de Sudamérica, ha ido creciendo en los últimos meses.
Un informe del Departamento de Seguridad Nacional identifica a presuntos miembros del TdA en 16 estados, hay 100 investigaciones federales relacionadas con el tema en marcha, ha habido unas 50 detenciones e incluso condenas, y el gobierno de Joe Biden la declaró «organización criminal transnacional».
Y desde el pasado 20 de enero es considerada «organización terrorista» por EE.UU.
Aunque cuestiones como su tamaño real, la sofisticación y la posible coordinación con la cúpula en su país de origen y con otros sindicatos del crimen en EE.UU. siguen sin estar claras.
Entretanto, el Tren de Aragua sigue victimizando a la migración venezolana con robos, extorsiones o explotación sexual allá donde llega.
Y que quedó en evidencia al ser la principal justificación que utilizó el presidente Trump para deportar a los más de 200 venezolanos este domingo.
Lo que demuestra su cada vez mayor prominencia en el discurso político y deja a quienes buscan asilo en EE.UU. lidiando con el estigma y la discriminación.
Pandilla carcelaria en Venezuela
Según Luis Izquiel, profesor de Criminología de la Universidad Central de Venezuela, la organización nació hace «unos 12 o 14 años» en un sindicato que controlaba un tramo en construcción del ferrocarril que atravesaría el estado Aragua.
«Sus miembros extorsionaban a los contratistas, vendían puestos de trabajo en las obras y se les empezó a conocer como ‘los del Tren de Aragua’», le explicó el experto en crimen organizado a BBC Mundo.
Algunos de estos individuos terminaron en la prisión local de Tocorón, situada al suroeste de Caracas.
Allí fue recluido también el que se considera hoy uno de los líderes de la organización, Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias «Niño Guerrero», y «desde allí comenzaron a tomar fuerza», señala el profesor.
La influencia de la banda pronto se extendió fuera del centro penitenciario, hasta convertirse en la empresa criminal más poderosa de Venezuela.
El «Niño Guerrero» está siendo buscado en varios países de Sudamérica y se desconoce su paradero.
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