El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, retira por decreto a Estados Unidos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y prohíbe futuras partidas presupuestarias a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA, por sus siglas en inglés).
Por David Alandete / ABC de España
La decisión, que restablece una política de su primera administración, coincide con la visita del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a Washington, y refleja el giro aislacionista del Gobierno estadounidense en materia de política exterior.
El Consejo de Derechos Humanos ha sido blanco de críticas de Estados Unidos desde hace años. Washington lo acusa de mantener un sesgo contra Israel y de encubrir a gobiernos con historiales de violaciones de derechos humanos, incluidos los de Cuba e Irán.
El corte del suministro de fondos a Gaza se produce después de que la Administración de Joe Biden pausara la financiación a la UNRWA tras revelarse que algunos de sus empleados estuvieron involucrados en el ataque terrorista del 7 de octubre de Hamás.
La orden también pone en la mira a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), que está siendo objeto de recortes. Trump ha cuestionado el destino de sus fondos en programas que, según su Administración, no benefician directamente los intereses nacionales de Estados Unidos.
Su portavoz, Karoline Leavitt, ha leído a la prensa en la Casa Blanca algunos de los programas pagados por USAID: Estados Unidos ha destinado 2,5 millones de dólares para promover la diversidad, equidad e inclusión en Serbia, 70.000 dólares para un musical sobre estos temas en Irlanda, 47.000 dólares para una ópera transgénero en Colombia y 32.000 dólares para un cómic trans en Perú. «Es una locura que el contribuyente americano tenga que pagar esto», ha dicho Leavitt.
UNRWA ha recibido fondos de la ayuda humanitaria de Estados Unidos y es la principal fuente de ayuda para la población de Gaza en medio de la campaña militar israelí. Pero sus operaciones han sido objeto de polémica, especialmente después de que la ONU despidiera a varios empleados sospechosos de vínculos con Hamás. A pesar de ello, sigue siendo un actor clave en la crisis humanitaria.
Según dice un memorando de la Casa Blanca, en el que se anuncia la decisión de Trump: «El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha fallado en su propósito y se ha convertido en un refugio para regímenes que cometen violaciones atroces». En 2018, cuando Trump retiró a Estados Unidos del organismo internacional por primera vez, la ONU aprobó más resoluciones contra Israel que contra Siria, Irán y Corea del Norte juntas.
El debate sobre la permanencia en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha sido recurrente en Washington. George Bush y Trump optaron por la retirada; Barack Obama y Biden intentaron reformarlo desde dentro. Organizaciones de derechos humanos y algunos legisladores defienden su papel en la supervisión de abusos a nivel global, aunque reconocen sus fallos. Con UNRWA ocurre algo similar: sus críticos denuncian su gestión y sus lazos con grupos radicales, pero sus defensores advierten que su colapso agravará la crisis en Gaza.
El decreto también instruye al secretario de Estado, Marco Rubio, a revisar la participación de Estados Unidos en organismos internacionales y evaluar si promueven «sentimientos radicales o antiamericanos». Entre ellos, destaca la UNESCO, de la que Washington se retiró en 2019 por su supuesta parcialidad contra Israel.
La decisión se enmarca en el proceso de confirmación de Elise Stefanik como embajadora de Estados Unidos ante la ONU. En su audiencia ante el Senado, Stefanik prometió trabajar por una reforma del organismo y garantizar que los fondos estadounidenses se destinen solo a programas alineados con la seguridad nacional y la transparencia. También cargó contra UNRWA, acusándola de ignorar los vínculos de sus trabajadores con Hamás.
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