Para inventarse un adversario, Occidente no debe pensar que Rusia quiere reconstruir un imperio, porque la Rusia de hoy, sencillamente, no tiene esa ambición, según su presidente, Vladímir Putin.
José Manuel Sanz / EFE
Esta tajante afirmación era en respuesta a una pregunta de un periodista de una agencia de noticias occidental que estaba interesado en saber por qué el rascacielos del gigante Gazprom en San Petersburgo está presidido, además de por la bandera de la Federación Rusa, por la de los zares y la de la Unión Soviética.
«No es nada político», aseguró Putin. «Fue una decisión de los directivos de la compañía».
Pero, al margen de los símbolos, hay en la trayectoria de Putin declaraciones y acciones -Chechenia, Georgia, Crimea, Ucrania- que sí dan pie para pensar que le inspira la nostalgia del imperio.
En el futurista cuartel general de Gazprom recibió este miércoles el presidente ruso a representantes de una quincena de agencias de noticias internacionales, entre ellas EFE, para responder a todas las preguntas con la esperanza de que el encuentro sirviera para «relajar la tirantez internacional», o así lo expresó el director general de la agencia anfitriona, la rusa TASS, Andrei Kondrashov.
Suponía el regreso a una tradición de ocho años, interrumpida por la pandemia, en virtud de la cual TASS invita a los máximos responsables de las principales agencias internacionales a una conversación presencial con el presidente ruso, coincidiendo con la celebración en la antigua capital imperial del Foro Económico de San Petersburgo, especie de ‘Davos a la rusa’.
Esta vez, en medio de la crisis provocada por la guerra en Ucrania, ninguno de los presidentes de las agencias occidentales quiso o pudo participar en el encuentro, pero sí enviaron a sus directivos a la conversación con uno de los líderes indiscutibles de la política internacional en estos momentos.
Y, por primera vez, su rueda de prensa fue retransmitida íntegra por la televisión rusa, señal de que Putin quería dirigirse no sólo a la audiencia internacional sino también a la doméstica.
Ni Rusia tiene ambiciones imperiales, dijo, ni quiere atacar a la OTAN como, según él, propagan falsamente los medios occidentales para inventarse un adversario, a pesar de que la Guerra Fría y el enfrentamiento entre bloques militares hace tres décadas que terminó.
Lo único que está haciendo ahora Rusia, argumenta, es «defenderse a sí misma», defender a los rusos allá donde se encuentren y donde se vean amenazados, lo que ocurría, en su opinión, en el Donbás ucraniano antes de la intervención militar.
Un Putin expresivo, a veces contrariado, a veces sonriente, desplegó a lo largo de tres horas sus conocidos argumentos acerca de los orígenes del cataclismo geoestratégico actual.
Es la «ambición de liderazgo» de Estados Unidos, explicó, en contra incluso de los intereses materiales de los propios estadounidenses, lo que está atizando los conflictos. «A los EE.UU. no les interesa Ucrania. Luchan por su grandeza».
O también: el inicio de la «tragedia ucraniana» no es «la operación militar especial» rusa, sino que estuvo en el golpe de Estado que se produjo en aquel país en 2014 y en la negativa posterior de Londres y Washington a aceptar un principio de acuerdo basado en un estatuto de neutralidad para Ucrania.
«No es Rusia la culpable», repitió.
Argumentó incluso que Rusia respetó el derecho internacional al reconocer las repúblicas independientes de Donetsk y Lugansk, porque ejercieron su derecho a la autodeterminación como está formulado en la jurisprudencia del tribunal de Naciones Unidas.
Y sobre las acusaciones de responsables europeos, como el alto representante para la política exterior de la UE, Josep Borrell, de que Rusia está detrás de campañas cada vez más activas de desinformación con el ánimo de interferir en los resultados electorales y desestabilizar las democracias, Putin pidió a los gobiernos europeos que no busquen en el exterior culpables.
«Intentan echarle la culpa a factores externos. Eso es otro error más”, afirmó.
No es Rusia la que está detrás de que crezcan la extrema derecha o partidos extremistas en Europa occidental, sino que la causa hay que situarla en la incapacidad de los gobernantes para solucionar los problemas socioeconómicos de la gente.
El bienestar al que están acostumbrados los ciudadanos europeos, advirtió, “se encuentra en zona de riesgo”, y esa es la principal preocupación de los ciudadanos.
Frente a ello, y a pesar de las imponentes sanciones a las que está sometida, Rusia sigue creciendo, según Putin; está sustituyendo los productos que no puede importar por productos nacionales, y se ha marcado, dijo, como objetivo esencial lograr la independencia tecnológica en cooperación con otros países.
«Tenemos dificultades, sí, pero vamos a ir superándolas», aseguró.
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